domingo, 11 de julio de 2010
Yo te creo Alejandra.
Poco a poco se apodera de mi, cual ráfaga de viento, luz o cielo. El azul de lo inmenso me atrae a lo desconocido. Por dioses, por hombres mortales, por cuestiones de tiempo.
El lugar acogedor que te encamina hacia las esferas de perfección, de arena fina, que se humedecen con el tacto y huyen hacia la lejanía, cubriendo los desiertos de un calor intenso, pero llenándolos con frescura, al caer sol, porque cae lo mágico y perenne lo real- es allí donde se empieza-.
Tan acogedor ha sido, que ningún lado se ha tenido que dar, el insomnio, la neurosis, el color, la sombra. Este estado equilibrado que bajo el papel espera el designio del viento, para probar la valentía de los hombres, o morir bajo el manto de los versos de una página en blanco.
Mal de la lejanía afectan al que escribe, que creía que se puede crear, y se corto- que torpe dirán algunos-. Poesía, te reclamo más palabras que versos. Noche azul, te pido más relojes de arena.
Ella me contaba que los residentes de aquel lugar se volvían imparciales, aunque nunca haya dicho algo de sí. Me contaba que siempre había aquel que oculta versos, los lleva y los convierte en piedras. Para que los niños tengan algo con que jugar en las orillas del mar. Los niños las tiran -creen que son piedras- pero nadie es tan ingenuo.
Alejandra es prófuga de esperas, nadie sabe cómo llegó o cuánto se quedará. En la noche más solemne, estará atada al perchero, se sacudirá, se ahogará a gritos,
no dejará de moverse. Ella salta, es pequeña, para llegar.
Nadie dice nada de mí, o de Alejandra ¿Se llamaría así? Nadie conoce la palabra de lo exacto. Ven-y-acércate, corre y dile ¿Qué? Es exacto hablar de ellos, no de Alejandra y yo, porque poco conocemos, sino de esto, de aquel, del que oculto bajo sombras está, bajo el libro de Rocamadour, hablemos más de él.
He sido poco grato con la palabra que me dio nombre, aunque no conozca, sé que este es el nombre para mí, para todos, Alejandra. Gracias palabra escrita, que ya no será necesario verte, pues si te escribo sobre mí, ya serás parte mía. Y se hunde la punta sobre piel.
Hemos ido ocultos y descalzos, robamos tiempo de vástagos y nos untamos con él. Poco-a- poco-desapareció. Todo estará bien, decían.
Luz mezquina, luz de la lejanía, regálame tu sonrisa. Y poco a poco convertirme en humano, tierra firme, bocados de ceniza, chorros de polvo. Que se juntan en papel, se mezclan y dibujan un rostro, los ojos, la nariz, tu boca me atrae, me encierra sobre este lugar, tiene las palabras del por hacer, carga de sí misma.
Y las palabras no importan, si estás aquí.
Son palabras que transcurren en luz fluorescente.
Artífice de papel
Todo perenne
Ser inmoral
Noche corrida bajo el telón
Puerta forrada papel, húmeda y fresca
Pared linda, bonita, cálida.
Corre-y-deja-decir
Yo aún creo en ti
Mujercilla-de-cristal
Huye con tiempo para no llegar tarde.
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