(Fotografía de Mayte Vieta, de la exposición: Cenizas (2004)
Tránsfuga
En tus manos se sumerge el polvo, las cenizas, que se hunden en tu palma y piden ser atadas a la ausencia para dejar de tener conciencia sobre sí mismas, pero estas, pobrecitas, no tienen conciencia de que son cenizas y tu recuerdo son las cadenas que las atan, no las dejan ir. Por eso, en las cenizas recuérdame pero no me dejes ir con el viento.
He dejado de existir para que las palabras surjan a través de mí llevando la claridad que no poseen, sin límites, puedo decir que no hay algo más allá de nosotros mismos. En mi mirada, te sumerges en la orilla, primero sobre ti, luego sobre tus cabellos y sobre tu propia palma para darte el encuentro con las cenizas y nuestro recuerdo. Te sumerges en la orilla, sobre piedras, arena y mar.
Me arrepiento de no vivir en ese tiempo, pero pienso que en casi todo lugar siempre habrá viento y dejará de chocar contra ti.
Me encuentro aquí como una página en blanco, con todo lo que espera ser escrito, todo o nada. Es así como me esperas, negándote sobre ti misma, sumergiéndote sobre tu pasado y pensando que lo cierto es aquello, que quieres que regrese.
Te veo aferrándote de forma segura y con firmeza, sujetas tu palma, me estrujas recorriendo toda tu palma lleno de algún sentimiento que surgió entre nosotros, deslizas tu dedo meñique, esperando encontrar algún sentido, siendo magnifica tentación para volver. Pero no es que no quiera que regrese, sólo que no sé cómo regresar, uno olvida poco a poco.
Ya no importa el hambre, el calor o el trabajo; sólo importa el tiempo que te queda y no lo niegues, que sería mentirnos, os digo, a mí y a las cenizas. Ahora tu mano tiembla, y lo sé porque yo estoy en ella o pienso estarlo. No hay nada seguro. Esta allí, no nos quiere dejar ir – repetimos. Las cenizas son rebeldes, no porque quieran serlo, sino por ser el resto de aquello que no vale la pena, ya que esta es una tarea difícil de llevar.
Yo sólo golpeo la imagen sin fuerza, a mi propio ritmo, porque no hay dolor, sólo la sensación de un golpe, una y otra vez. El silencio, la luz, una acumulación de líneas y dimensiones con el mismo sentido. Nada hará que regrese, por eso te escribo al verte. Pero el lápiz ruge contra el papel y todo se niega a la nada y la nada espera ser encontrada en el todo, nada esta sola, está en soledad como tú, porque ya eres nada, ya que yo ya no soy algo, sólo cenizas que esperan volar contra el viento para chocar contra todo y luego ¿qué? otra vez, nada.
Tránsfuga
En tus manos se sumerge el polvo, las cenizas, que se hunden en tu palma y piden ser atadas a la ausencia para dejar de tener conciencia sobre sí mismas, pero estas, pobrecitas, no tienen conciencia de que son cenizas y tu recuerdo son las cadenas que las atan, no las dejan ir. Por eso, en las cenizas recuérdame pero no me dejes ir con el viento.
He dejado de existir para que las palabras surjan a través de mí llevando la claridad que no poseen, sin límites, puedo decir que no hay algo más allá de nosotros mismos. En mi mirada, te sumerges en la orilla, primero sobre ti, luego sobre tus cabellos y sobre tu propia palma para darte el encuentro con las cenizas y nuestro recuerdo. Te sumerges en la orilla, sobre piedras, arena y mar.
Me arrepiento de no vivir en ese tiempo, pero pienso que en casi todo lugar siempre habrá viento y dejará de chocar contra ti.
Me encuentro aquí como una página en blanco, con todo lo que espera ser escrito, todo o nada. Es así como me esperas, negándote sobre ti misma, sumergiéndote sobre tu pasado y pensando que lo cierto es aquello, que quieres que regrese.
Te veo aferrándote de forma segura y con firmeza, sujetas tu palma, me estrujas recorriendo toda tu palma lleno de algún sentimiento que surgió entre nosotros, deslizas tu dedo meñique, esperando encontrar algún sentido, siendo magnifica tentación para volver. Pero no es que no quiera que regrese, sólo que no sé cómo regresar, uno olvida poco a poco.
Ya no importa el hambre, el calor o el trabajo; sólo importa el tiempo que te queda y no lo niegues, que sería mentirnos, os digo, a mí y a las cenizas. Ahora tu mano tiembla, y lo sé porque yo estoy en ella o pienso estarlo. No hay nada seguro. Esta allí, no nos quiere dejar ir – repetimos. Las cenizas son rebeldes, no porque quieran serlo, sino por ser el resto de aquello que no vale la pena, ya que esta es una tarea difícil de llevar.
Yo sólo golpeo la imagen sin fuerza, a mi propio ritmo, porque no hay dolor, sólo la sensación de un golpe, una y otra vez. El silencio, la luz, una acumulación de líneas y dimensiones con el mismo sentido. Nada hará que regrese, por eso te escribo al verte. Pero el lápiz ruge contra el papel y todo se niega a la nada y la nada espera ser encontrada en el todo, nada esta sola, está en soledad como tú, porque ya eres nada, ya que yo ya no soy algo, sólo cenizas que esperan volar contra el viento para chocar contra todo y luego ¿qué? otra vez, nada.
Amixxxx, que profundo erezzz, pero deberiazzz poner mazzz!!! Adiozzz. Carlita XD
ResponderEliminarMuy bello. Una poesía realmente cerebral, lo que llamo la estética de la claridad: no pierde el tiempo describiendo cosas simples de forma ambigua, sino que es compleja justamente porque se entromete con los problemas más profundos de la existencia. Habla directamente, pero habla sobre temas que en sí mismos son densos. La memoria, la persistencia, la muerte, el derecho y la inexorabilidad del olvido.
ResponderEliminar