viernes, 8 de octubre de 2010

Pensamientos Irritados




Todo empieza en un circo con un número armado que sería posible darse a este tiempo, sin embargo, la peculiaridad de los personajes ha logrado que cada uno se arme en un espacio distinto, cuando el malabarista golpea uno de los espejos, los payasos terminan su presentación y Marry Ann se esconde detrás del telón.

En un día perdido en falsas calumnias, en miradas tristes, en voces agudas de llantos de viudas. En una de ellas se esconde el tiempo, el circo y un payaso. Sus lágrimas ácidas limpian cada rincón de la carpa, mientras que las dulces aplauden, pretender iniciar el show. Sin embargo, el presentador ha fallecido.

La contorsionista Marry Ann se dobla poco a poco, espera tocarse a sí misma. Descubrir que viuda la mira, sabes cuál de todas es. Mientras que el domador juega con su látigo, ha domesticado a su sombra, ya no tiene llanto, ha dejado de huir a la luz, ha abrazado una manta de madera y se ha ahorcado - a sí misma - apagando la luz.

El malabarista no miente, sonríe. Mueve las manos, cambia de objetos, hace malabares con espejos y sonríe llenando su ego. Es el hijo de una de las viudas, nadie se le acerca, porque todos tienen el mismo reflejo, todos son sombras pálidas que se cortan con palabras: regreso, sombra y tiempo podrían causarles, más que locura, una muerte inducida.

El hombre bala quiere ser viento, sabe que en otra vida lo fue, pero nunca logra dispararse, porque la mecha siempre se apaga, nadie lo quiere dejar ir. Todos saben que si se va, nunca regresará- todos quieren algo de viento-.

Junto a él, en un espacio vacío, se cuenta el mito del artista del monociclo. Acerca de un viejo hombre de 72 años que encontró el equilibrio en una rueda y halló a paz en ella- desapareció-. Ahora sólo queda una rueda junto a un cartel: Aquí yacen los restos del único mono ciclista que supo encontrar el equilibrio en la vida y ascendió a los cielos, porque el tiempo se detuvo.

Las viudas también lloran su partida, nunca dejaron de asistir al circo, siempre quisieron ser equilibristas- el número que siempre faltó-. Ellos esperan un día la gente vengan a verlos, sepan quiénes son y dejen de ser un sueño.

Todos ellos comparten miradas, las viudas tildan a los payasos de tiranos, piensan cómo quieren, hacen lo que quieren, viven como quien quiere. En la noche que corre bajo el telón, el tiempo toma formas distintas, es producto del hombre con sombrero, dice una de las viudas. Del recuerdo de una vida que llora y pide que regrese, en su mirada busca un presentador.

En la escena final, todos asisten al funeral, las viudas también, dicen que quieren descansar y que ya no vendrán, entonces escuchas una ovación y una viuda deja de llorar; un grito y otra deja de llorar y otra y otra y una más.


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